Anunzibai, un puente, dos municipios, dos territorios

miniAnunzibai, Anuntzibai, Anuncibai que por estas formas y de alguna otra más se conoce a un linaje asentado en Orozko que, según cuenta Lope García de Salazar

en las Bienandanzas e Fortunas se inicia con Astea de Arburu de Álava, caballero francés que fue vasallo del Señor de Bizkaia, de Diego López de Haro, el Bueno. Un nieto suyo, hijodalgo alavés, poblaría Anuncibay y la familia, andando el tiempo, poseería en el lugar molino, ferrería y casa torre. Además en el lugar existía también una ermita dedicada a San Miguel. Cuenta la leyenda que el caballero vio unas cabras junto a al rio y no lo pensó más: Anuntzibai (ahuntz + bai) rio de cabras.

carbonera

Todo ello conforma hoy un conjunto patrimonial en el que sobresale el puente. De la ferrería únicamente subsisten, y arruinadas, las carboneras, la ermita que hoy vemos es de factura reciente al igual que el palacio, de estilo neo medieval y que remeda la casa torre desde la que se controlaba el camino y se administraba la ferrería. Encargado por María López de Ceballos fue diseñado por el arquitecto Jesús Basterrechea en 1941 y hoy acoge un restaurante.

Si bien la ferrería se encontraba en la margen derecha del rio El Camino que se dirigía a Bilbao y los puertos de la costa discurría por la otra margen, por lo que la producción de aquella primitiva “fábrica” debía necesariamente atravesar el cauce, fuera por un vado o por un puente anterior al que hoy vemos, incluso pudo contar con el correspondiente pontazgo, otra vía de ingresos para el clan.

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El puente que hoy vemos fue encargado por el marqués de Falces, trazado por el cántabro Antonio de la Vega y Saravia en 1731 y construido por el durangués Martín de Larrea diez años después, tal y como consta en una de las dos inscripciones presentes en el puente, un hecho nada habitual y que refleja la dificultad de su construcción.

Su levantamiento fue todo un alarde técnico para la época, pues se alza sobre un único arco escarzano muy rebajado que permite un tablero casi plano que facilita en gran medida el tránsito de las pesadas cargas procedentes de la ferrería. Con una longitud de 28 metros y una anchura de 4,80 metros fue construido en sillares calizos. Su ojo alcanza una altura de 10,50 m. Cuenta la leyenda que durante la construcción el puente se derrumbó dos veces y a la tercera Martín de Larrea se puso debajo del arco, pues prefería la muerte a vivir deshonrado. Sea como fuere el puente sigue en pie hoy en día y su trabajo reconocido como merece.

arco monumental

Arco monumental en el extremo izquierdo del puente. Fuente de la il. Wikimedia

Recibe el puente al viandante por su margen derecha con dos leones pétreos y en el otro lado con un sorprendente arco de triunfo sacro rematado por un ático triangular quebrado de aire barroquizante en el que toda la decoración se dispone para ser apreciada desde el camino. Los pilares se ornamentan con placas que honran a sus constructores, la izquierda al promotor Marqués de Falces y la derecha al cantero Martín de Larrea. En el exterior de este nivel y unidos a los pilares dos leones pétreos sostienen un lienzo con el sagrado corazón rodeado de cabezas de ángeles sobre un basamento cóncavo, lo que acentúa el carácter barroco de este arco monumental.

En un nivel superior se sitúan tres conjuntos de escudos con las armas del Marqués y sus alianzas. En un nivel superior y en el centro del ático se sitúan las armas del promotor y de los Anuncibai.

Sobre el ático se representa un calvario, con el crucificado en el centro, María a su derecha y Juan a su izquierda. Toda la decoración está realizada en piedra arenisca y en bastante buen estado de conservación.

Como se puede apreciar merece y mucho la visita a este puente que además de atravesar el río Altube une los municipios de Orozko y Llodio y, por tanto, los territorios de Bizkaia y Araba.

foto lux

El puente en una antigua fotografía de Foto Lux. Se aprecia el arco escarzano que permite el tablero casi  plano y que tan difícil fue construir. Fuente de la il. Eusko ikaskuntza.

Enrique Bernaola Casas

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